Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Elección del tema: Ataques mediáticos contra el Papa y la Iglesia Católica (página 2)




Enviado por patricio vega



Partes: 1, 2, 3

Este término tomó significado a partir de la
raíz latina original para designar el impulso moderno
(surgido durante el Siglo de las Luces) de los Estados,
organizaciones y personas para la independencia de las
instituciones respecto al poder eclesiástico, el deseo de
limitar la religión al ámbito privado, particular o
colectivo, de las personas y permitir mejores condiciones para la
convivencia de la diversidad religiosa, poniendo al Estado de
árbitro y, como reglas del juego, los derechos humanos. En
general, los laicistas afirman que la laicidad es un principio
indisociable de la democracia, porque las creencias religiosas no
son un dogma que deban imponerse a nadie ni convertirse en leyes.
Fernando Savater, profesor de ética y filósofo,
dice que "en la sociedad laica tienen acogida las creencias
religiosas en cuanto derecho de quienes las asumen, pero no como
deber que pueda imponerse a nadie. De modo que es necesaria una
disposición secularizada y tolerante de la
religión, incompatible con la visión integrista que
tiende a convertir los dogmas propios en obligaciones sociales
para otros o para todos. Lo mismo resulta válido para las
demás formas de cultura comunitaria, aunque no sean
estrictamente religiosas".

Un Estado laico de esta forma pretende
alcanzar una mejor convivencia al ordenar las actividades de los
distintos credos, asegurando la igualdad de todos ante la ley, y
en muchos casos sirviendo como herramienta para someter el
sentimiento religioso, pretendiendo así anteponer los
intereses generales de la sociedad civil sobre los intereses
particulares. En otros campos más específicos, por
ejemplo la educación, se usa el término de
educación laica cuando se defiende la enseñanza
pública o privada manteniendo la independencia de la misma
respecto a cualquier creencia o práctica
religiosas.

En el siglo XIX francés la palabra
laicización significó sobre todo el esfuerzo del
Estado por sustraer la educación al control de las
órdenes religiosas, ofreciendo una escuela pública
controlada exclusivamente por el Estado igual para todos. La
Iglesia Católica se ha opuesto a esta visión del
laicismo, pues considera que no garantiza la libertad religiosa y
de culto de los católicos. La Iglesia Católica se
acercó a las posiciones políticas más
modernas, aproximándose a una renuncia al estado
confesional, durante el Concilio Vaticano II y retrocediendo
después a sus posiciones tradicionales. Acepta un
régimen de separación del Estado, pero puntualiza
que esta "separación" no implica la renuncia a exigir que
las leyes se amolden a sus posiciones doctrinales en los
países que considera católicos, allí donde
los bautizados son mayoría, en los que exige una
posición especial. La Iglesia Católica distingue
actualmente entre un estado laico, que reconoce la
autonomía mutua de la Iglesia y el Estado en sus
respectivas esferas, y el Estado laico, que se resiste a la
tutela espiritual del Estado por parte de la Iglesia.

La Ilustración
y las raíces del laicismo anticristiano

La Ilustración: Significado y
Características
.

El siglo XVIII marcó el final de
toda una época, la del llamado Antiguo Régimen,
caracterizado por una sociedad jerarquizada, dividida en
estamentos (nobleza, clero y pueblo llano), un sistema
político (absolutismo monárquico), una
economía centrada en la agricultura y los gremios, y unos
principios religiosos, los del cristianismo, que habían
ayudado a construir la civilización occidental y que
empapaban casi todos sus ámbitos.

En este contexto se desarrolla la
Ilustración, movimiento ideológico que
preparará el camino de la Revolución Francesa
(1789), a través de la cual se abre una nueva era en la
historia, la Edad Contemporánea, caracterizada por una
sociedad de clases, el predominio creciente del liberalismo
político y económico, la producción
industrial y el progresivo avance de la
secularización. 

La Ilustración se apoyó en
los avances del siglo XVII. Los intelectuales ilustrados se
sintieron deslumbrados por los progresos científicos y las
nuevas doctrinas filosóficas del siglo anterior (Galileo,
Newton, el racionalismo de Descartes, el empirismo de Locke,
etc.), llegando a profesar una fe ciega en el poder de la
razón. Creyeron que si la razón era el instrumento
seguro para conocer el universo también podrían
aplicarla a la propia vida humana y social.

Así surgió la
Ilustración, movimiento que pretendió, a
través del entendimiento, revisar y reformar todas las
realidades y problemas que atañían al hombre y a la
sociedad: la política, la organización social, la
economía, la religión, y hasta el modo de ser y de
pensar de las gentes. El nombre de Ilustración procede del
ideal, de "iluminar", con las luces de la humana razón,
todos los sectores de la realidad. En opinión de los
filósofos del siglo XVIII, el poder de la inteligencia es
comparable a una luz: "es una lámpara que difunde sus
rayos benéficos y disipa la oscuridad y las tinieblas de
la ignorancia y de la tradición en las que había
estado sumida la pobre humanidad".

Las características que mejor
definen a la Ilustración son: una confianza ciega en el
poder de la razón, el entusiasmo por las ciencias
útiles, la esperanza en el progreso y una actitud
crítica. Para los ilustrados o iluminados del siglo XVIII,
la idea de progreso supone que el hombre, guiado sólo de
su capacidad de raciocinio, promoverá el avance, "el
progreso" (progreso material) de la civilización, que
habrá de llevarle a la felicidad.

En cuanto a la actitud crítica,
ésta se manifestó como un medio necesario para
separar lo racional (lo bueno), de lo irracional o malo: "lo
mismo que la luz descubre y clarifica", la razón
debía analizar, discutir, "poner al descubierto los
ocultos cimientos de todo lo establecido", para desechar aquello
que no resistiera su examen. De esta manera, surgió una
feroz crítica que atacó todo lo que hasta entonces
se había aceptado por tradición. Dicha
crítica se centró principalmente en la
religión, las formas de gobierno (absolutismo), la
economía y la sociedad de la época (sociedad
estamental).

De todas formas, el paso del tiempo ha ido
colocando en su sitio todos aquellos exámenes y
apasionados debates del iluminismo y, hoy por hoy, podemos y
debemos plantearnos dos preguntas: ¿qué es lo
racional?, y sobre todo, ¿qué es lo que los
ilustrados veían como racional?

También, en aquellas actitudes
podemos descubrir algunas tendencias generalizadas en la cultura
actual, en particular la de recelar de lo tradicional y bendecir
todo aquello que se presenta como nuevo, máxime si viene
envuelto con los calificativos de vanguardista o
progresista. 

La crítica de
los ilustrados al cristianismo y el deísmo

El cristianismo se ha presentado siempre
como una religión revelada, es decir, manifestada por Dios
a los hombres. Muchos ilustrados, sintiéndose hijos de la
razón, la cual sólo acepta aquello que puede
comprobarse, rechazaron toda religión, sobre todo el
cristianismo de la Iglesia Católica; según ellos la
Revelación pertenecía al orden del milagro
y "la razón no podía admitir
milagros".

Si el cristianismo había predicado
que los seguidores de Jesucristo podían alcanzar en esta
vida, siendo fieles, la mayor porción posible de
felicidad, pero que la auténtica felicidad se encontraba
tras la muerte, una buena parte de los intelectuales ilustrados,
por el contrario, buscaron únicamente una felicidad
puramente terrena; creyeron que, a través del "progreso
material", lograrían crear un "paraíso en la
Tierra". De esta manera, la felicidad empezó a entenderse
únicamente como acumulación de riqueza, placer y
bienestar. Es del todo evidente comprobar lo perfectamente
instalada que se encuentra esta mentalidad (consumismo,
materialismo) en nuestra actual sociedad occidental.

Dentro de este planteamiento, la Iglesia
Católica fue vista como el mayor obstáculo para
conseguir el progreso de la humanidad, o lo que es lo mismo para
alcanzar la felicidad. De aquí arranca la lucha desde
entonces emprendida contra el catolicismo.

Prescindiendo del Dios del cristianismo, y
de cualquier otra religión, la mayor parte de los
ilustrados aceptaron no obstante la existencia de un Dios,
deducible desde la inteligencia, como creador y ordenador del
universo, el Gran Arquitecto. Se trataba de un Ser Supremo,
bondadoso, pero lejano y desconocido, que no interfería en
la vida de los hombres, no les hablaba y tampoco les
imponía "incómodos" mandamientos. En esta nueva
religión filosófica, que algunos denominaron
deísmo o religión natural, se rescataron algunos
principios de la moral cristiana, por considerarlos
útiles. Así por ejemplo, la virtud de la caridad
(amor al prójimo), previamente devaluada en cuanto a sus
exigencias, fue sustituida por la filantropía. Tanto el
deísmo como la filantropía tienen sus equivalentes
actuales: piénsese en argumentos como "creo en Dios pero
no en la Iglesia", o en la tan proclamada solidaridad.

Deísmo, filantropía,
progresismo y anticatolicismo formaron pronto parte esencial del
programa ideológico las sectas masónicas que,
originarias de Inglaterra, se extendieron por toda
Europa. La masonería estuvo integrada por ricos
burgueses y algunos nobles. A lo largo del siglo XVIII
existió una relación muy directa entre
Ilustración y masonería.

Pese a todo el sesgo antirreligioso,
siempre hubo una Ilustración cristiana, que intentó
hacer compatibles algunos ideales del Movimiento de las Luces con
la fe de la Iglesia. Este tipo de ilustración, que
predominó en ciertos países católicos como
España, aceptó, entre otras cuestiones, la idea de
progreso material, si bien desde otra perspectiva: se trataba de
emprender reformas (apoyando la economía, las ciencias, la
cultura y la educación) para así fomentar el
desarrollo material de los pueblos, pero dicho desarrollo o
progreso no era entendido en modo alguno como un fin absoluto, es
decir, no trataba de sustituir la felicidad que nace de la
unión con Dios ni el Paraíso
sobrenatural. 

Voltaire y la lucha
ideológica contra la Iglesia en el siglo
XVIII

Entre las nuevas ideas divulgadas en el
Siglo de las Luces, encontramos autores que defendieron
revolucionarios conceptos políticos, como Montesquieu y su
división de poderes, o Rousseau con sus teorías de
la soberanía nacional y la voluntad general.
También hayamos partidarios de nuevas formas
económicas, como el británico Adam Smith, padre del
liberalismo económico. Sin embargo, como ya hemos podido
ver, junto a estas ideas se encontraban otras, no solamente
opuestas al cristianismo, sino a la vez unidas a una actitud
beligerante, de confrontación y lucha contra la Iglesia. A
este último grupo corresponde la figura de
Voltaire 

Voltaire (1694 -1778) perteneciente a la
élite económica del pueblo llano, la
burguesía (era hijo de un rico notario de París),
gustó siempre de los placeres, el refinamiento y la buena
vida. Tuvo gran afición a codearse con la aristocracia y
la realeza. Aunque atacó la autoridad y los abusos del
poder monárquico, en la práctica aceptó el
absolutismo, llegando a mantener una gran amistad con Federico II
de Prusia. Voltaire hizo pública profesión de
deísmo y acabó ingresando en la masonería.
Destacó con su brillante pluma en varios campos, desde la
Historia y el teatro hasta la novela y el ensayo. Su
personalidad, sus polémicas opiniones, así como su
genio y su chispa literaria hicieron de él uno de
los philosophes más reconocidos e influyentes
del siglo XVIII. Lo más destacado dentro de su obra es la
crítica violenta, demoledora y obsesiva contra la Iglesia
Católica, dentro de la cual sobresale el odio hacia los
jesuitas. Tanto en sus escritos como en sus conversaciones,
Voltaire fue un  maestro no igualado de la ironía y
del sarcasmo, poniendo estas corrosivas armas al servicio de la
lucha contra la Iglesia. Voltaire, que se hizo famoso por su
lucha contra la intolerancia, terminó adoptando un estilo
agresivo que traslucía fuertes dosis de intolerancia.
Conocidas son sus famosas sentencias, empezando por la que se
convirtió en su grito de guerra, "écrasons
l"infâme!"," ¡aplastemos al infame!" (el
infame enemigo era naturalmente la Iglesia), o su fanfarrona
declaración: "Jesucristo necesitó doce
apóstoles para propagar el cristianismo; yo voy a
demostrar que basta uno sólo para destruirlo." Aunque
su labor como historiador fue notable, a menudo envenenaba sus
escritos con afirmaciones y anécdotas falsas, o fundadas
en medias verdades, que buscaban el descrédito del
cristianismo y de todo aquello relacionado con él. De esta
manera, Voltaire inició un vicio, continuado hasta hoy,
que ha vertido en nuestra cultura numerosas leyendas negras (como
las ridículas historias del cinturón de castidad y
del "derecho" de pernada, seguidas por un largo etcétera)
difundidas por la literatura, el cine y la
televisión.

Por todos estos méritos, no es de
extrañar que el presente laicismo siga recordando a
Voltaire como uno de sus más destacados
referentes.       

Uno de los capítulos más
señalados de la lucha entablada en la Europa del siglo
XVIII contra el catolicismo, fue la ofensiva emprendida contra de
la Compañía de Jesús. Para entender este
tema en todo su calado, hay que comprender que, desde su
fundación por San Ignacio de Loyola en 1534, los jesuitas
se habían convertido en la institución más
importante de la Iglesia. Su clero contaba con una formidable
preparación teológica y cultural, destacando muchos
de sus miembros en diversos campos: Filosofía,
Teología, Derecho, ciencia, etc. Su labor se había
desplegado en varios frentes, fundando colegios y universidades
en Europa y América, consiguiendo reconquistar para la
Iglesia de Roma diferentes zonas que en su día
habían sido ganadas por el protestantismo.

Finalmente, en el Nuevo Mundo, su labor
misionera había llegado a sus cotas más altas al
establecer las famosas reducciones del Paraguay, en las cuales
los indios bajo la tutela de los hijos de San Ignacio
habían levantado una armónica sociedad notablemente
avanzada en sus aspectos materiales, que fue la envidia de muchos
europeos.

Era pues evidente, que quien quisiera
dañar a la Iglesia centrara sus ataques en la
Compañía de Jesús. Sin embargo,
paradójicamente, los principales protagonistas de la
lucha, los que a la postre consiguieron acabar con los jesuitas,
fueron los Estados católicos. Las razones que llevaron a
estas monarquías a posicionarse en contra de la
Compañía de Jesús eran distintas a las
alegadas por la Ilustración deísta. El caso de
España fue significativo, aunándose recelos de todo
tipo: desde la simple envidia o las acusaciones sobre la presunta
participación en el motín de Esquilache, hasta las
calumnias que se decía los jesuitas propalaban sobre el
rey Carlos III, o las acusaciones de que los ignacianos
obedecían a consignas secretas y formaban un Estado dentro
del Estado. Cuando finalmente se decretó la
expulsión de los jesuitas en Portugal (1759), Francia
(1764), España (1767), Nápoles (1767), etc., los
ilustrados no hicieron otra cosa que alegrarse de la
eliminación de un poderoso enemigo, aunque como
advirtió D"Alambert, uno de los directores de la
Enciclopedia francesa, con los jesuitas no quedaba destruida toda
la reacción. De todas formas, podemos constatar la
colaboración de individuos relacionados con la
ilustración anticlerical en el trabajo de acabar con la
Compañía de Jesús, es el caso del conde de
Aranda, pro volteriano, ministro de Carlos III de España y
autor del decreto de expulsión de 1767. Años
después, al desatarse el torbellino de la
Revolución Francesa, los Borbones y las otras
monarquías católicas comprobaron que el enemigo era
otro y que su antijesuitismo había sido un
error.      
    

De la teoría a
la práctica: el anticristianismo de la Revolución
Francesa

           
Las ideas que habían bullido en la gran olla de la
Ilustración, conocieron su gran eclosión durante la
Revolución Francesa de 1789-95. La Constitución
francesa de 1791 consagró los grandes principios
políticos: libertad de expresión, división
de poderes, soberanía nacional e igualdad de todos los
ciudadanos ante la ley y los impuestos. Sin embargo, junto a
dichos principios políticos, la Revolución
también recogió (y concretó en diferentes
medidas) la corriente de pensamiento antirreligioso que, como ya
hemos visto, había recorrido todo el Siglo de las
Luces.

Pese a que una buena parte del clero
había aceptado la Revolución en sus comienzos, la
Asamblea Nacional francesa decretó, en noviembre de 1789,
la confiscación de los bienes eclesiásticos. La
medida benefició a los más ricos, más no a
los pobres campesinos sin capacidad económica para
adquirir las tierras. Poco más tarde, en 1790, se
suprimieron las Órdenes religiosas y se publicó el
Estatuto Civil del Clero, que negaba la autoridad del Papa y
sometía a obispos y sacerdotes al directo control del
Estado. Pío VI condenó rotundamente el Estatuto
y  lanzó la excomunión sobre aquellos
eclesiásticos que jurarán la nueva ley. La Iglesia
francesa quedó entonces dividida. Una minoría, los
llamados juramentados, aceptaron el nuevo ordenamiento, pero la
mayoría, los denominados refractarios, rechazaron el
Estatuto, perdiendo su retribución y siendo desplazados
hacia una peligrosa situación al margen de la
legalidad.

Cuando el Lunes Santo de 1791, Luis XVI
quiso dirigirse con su familia a la cercana localidad de Saint
Claud para poder seguir las celebraciones de la Semana Santa de
manos de sacerdotes refractarios, asunto que en París era
por entonces cada día más difícil, las masas
populares y la Guardia Nacional se lo impidieron. La libertad,
que tanto se había predicado por los ilustrados y que la
Revolución había proclamado de tantas maneras,
empezaba a restringirse si se quería ejercer en
determinado sentido.

Con todo, lo peor estaba por venir. En
1792, al ser proclamada la República, la Revolución
entró en su fase más radical, que alcanzó su
clímax cuando los jacobinos, dirigidos por Robespierre,
tomaron el poder. Durante este período, además de
ser ejecutados el Rey, la Reina, numerosos aristócratas, e
incluso revolucionarios, se desató una persecución
religiosa como no se conocía en Francia desde los tiempos
del Imperio Romano. El simple hecho de ser un sacerdote
refractario, una monja o un fraile se convirtió en un
delito castigado con la guillotina. La Iglesia en Francia
conoció miles de mártires. Se calcula que en
conjunto (sumando víctimas políticas y religiosas)
las muertes llegaron a 40.000 en menos de dos
años.

Cuando en 1793, los campesinos de la
región de La Vendée se levantaron en armas contra
la República, en defensa de la Monarquía y de la
Iglesia, el Gobierno revolucionario contestó enviando un
ejército, conocido como las Columnas del Infierno que,
siguiendo las órdenes de París ("destruid esa
horrible Vendée completamente…utilizad los medios
más seguros a fin de exterminar enteramente esa casta de
criminales"), asoló la región actuando con la
crueldad propia de un genocidio: fueron violadas las monjas,
descuartizadas mujeres vivas, con los niños se formaron
hileras para ahogarlos en estanques, mujeres embarazadas se
vieron pisoteadas en lagares hasta morir, en aldeas enteras los
vecinos perecieron al ser envenenadas las aguas, y fueron
enviados materiales inflamables para incendiar casas, campos y
bosques. Casi 120.000 vendeanos fueron asesinados. Como
llegó a declarar el general Turreau, principal responsable
de las matanzas, "tenemos que convertir a La
Vendée en un cementerio nacional." 

Paralelamente a estas masacres, tuvo lugar
un intento de descristianización de la sociedad (hoy,
algunos políticos lo llamarían proceso de
laicización), que comenzó imponiendo un nuevo
calendario, donde no había domingos ni festividades
religiosas, y que terminó estableciendo el culto al Ser
Supremo y a la diosa Razón. 

Sin duda, en la historia de la humanidad se
han dado episodios más violentos e injustos, pero lo
peculiar del período revolucionario francés es que
todo aquel baño de sangre se hizo invocando, como nunca
hasta entonces, la sacrosanta libertad, seguida de la igualdad y
de la fraternidad.

Estas son, pues, las raíces y los
inicios del mundo que nos ha tocado vivir. No debe de
extrañar por lo tanto, que la pasión, el irracional
virus antirreligioso, que desde el siglo XVIII circula por las
venas de nuestra civilización, brote hoy intermitentemente
de muchas y muy distintas maneras, bien en forma de leyes
laicistas, de discriminación, de campañas
difamatorias contra la Iglesia, con manipulaciones
históricas o con burdas
groserías.     

Julio del 2008.  

Autor – Luis Alonso Somarriba. Profesor de
Historia del IES. Murieras (Cantabria).

El
Racionalismo

 Los libros de historia
indefectiblemente enseñan a los niños en el colegio
que el siglo XVIII es el "Siglo de las Luces" y que la "Edad
Media" es un período de "oscurantismo". Esta es la
propaganda racionalista, enemiga de la Fe, y que tuvo como sus
mentores a Rosseau (1712 -1778) y a Voltaire (1694 -1778), entre
muchos otros.

Los racionalistas creen que la verdad se alcanza sólo
con la ayuda de la razón. La fe es una especie de
"sabiduría de niños o de ignorantes". La
sabiduría debe venir exclusivamente desde el campo de la
razón, de la inteligencia. Se señala, con mentira,
que la Iglesia es enemiga de la ciencia. Se usa para fundamentar
tal aserto el ejemplo de Galileo y de la inquisición

Esta escuela de pensamiento sostuvo que el hombre es capaz de
conocer plenamente la naturaleza sin necesidad de recurrir a
elementos superracionales, como la fe. Proclamó la
teoría del "progreso indefinido", según la cual el
mundo, gracias a los "gigantescos" avances de la ciencia y de la
técnica y sin necesidad de normas religiosas
(dogmáticas o morales), llegaría en corto tiempo a
construir una "sociedad perfecta", de "hombres felices y buenos",
tal como lo fueron en su " estado de naturaleza" (original),
antes de que surgiera la propiedad privada y la
religión.

Esta teoría del "progreso indefinido" encierra, por lo
demás, una utopía, la búsqueda de un
"paraíso en la tierra". La conquista de una felicidad,
prescindiendo de Dios y de la religión, particularmente
del credo católico. Una institución que
nació en este contexto de pensamiento fue la
Masonería, que ha propiciado el denominado "laicismo", es
decir, una separación o aislamiento de la Iglesia
católica de la vida civil. Para la Masonería, la
Iglesia católica debe ser excluida del mapa social, los
obispos o sacerdotes católicos no pueden inmiscuirse en el
ámbito de lo público. Sin embargo, y
contradictoriamente, ellos se declaran grandes defensores de la "
tolerancia" y del "pluralismo", claro que para defender sus
propias posturas, ya que no aceptan que eso mismo lo haga la
Iglesia. El racionalismo y la Masonería fueron los
impulsores de la Revolución Francesa, fenómeno que
se erigió en defensa de los "derechos del hombre y del
ciudadano" y, no obstante ello, es considerado como uno de los
más grandes reinos del terror de que se tenga conocimiento
en la historia. En este proceso histórico murieron
más personas (monárquicos católicos,
millares de sacerdotes y obispos) que en los cinco siglos de la
inquisición española. Y, sin embargo, en Francia
todos los años se celebra este proceso histórico
como un ejemplo de democracia y de respeto a los derechos humanos
El racionalismo sigue, en nuestros tiempos, persiguiendo a la
Iglesia católica. Se les niega a los obispos el derecho a
expresar sus puntos de vista en el ámbito de lo
público. Se habla de "separación Iglesia-Estado",
pero separación no es lo mismo que
"anulación". 

El Ateísmo
Marxista

 La utopía racionalista del
"progreso indefinido", que pretendió sustituir la
visión cristiana de la Vida Eterna prometida por Nuestro
Señor Jesucristo, dio paso a otra herejía en contra
de la Iglesia: el comunismo. Esta doctrina, fundada por Karl Marx
(1818-1883), vino a prometer un nuevo "paraíso en la
tierra", una "sociedad de hombres iguales y buenos", en la medida
en que se sustituyera el régimen capitalista ( modelo
impulsado por el racionalismo liberal) por un nuevo sistema
llamado "socialismo", una visión en que el ser humano, el
individuo, pase a ser un engranaje de la maquinaria social. La
persona debería estar al servicio de la sociedad, del
Estado; y la libertad individual quedar relegada a un
último plano. Lo único que importa, bajo esta
ideología, es la consecución de una "sociedad
igualitaria y justa". Y también combatió a la
religión, particularmente a la católica, porque se
consideraba que la fe religiosa era parte de la "infraestructura"
social sobre la que se sustentaba el sistema burgués. El
hecho de que la gente creyera en Dios y en un más
allá haría inviable que se esfuerce por construir
un "más acá", "perfecto" y lleno de
"felicidad".

 Nueva Era" o
"
New Age"

La "Nueva Era" sería otro
"paraíso en la tierra", el paso de la "Era de Piscis" a la
"Era de Acuario". La "Era de Piscis" estaría agotada,
representa los 2000 años de cristianismo. Y este largo
período debe ser sustituido por una "visión
cósmica", que integre "sabidurías" diversas (p.
ej.: budismo, teosofía, antroposofía, etc.). Cabe
señalar que el pez fue el símbolo de los primeros
cristianos, las catacumbas romanas están llenas de estas
señales. Esto por varias razones: 1º Cristo
fundó su iglesia sobre la base de un pescador: Pedro,
2º Lo nombró "pescador de hombres" (Mateo, 18-20),
3º La palabra "pez" en griego se escribe "ixtus",
sinónimo de Cristo (Jesús es el Pez que nos
alimenta), 4º Cristo multiplicaba los peces ( y los panes)
para dar de comer a los hambrientos (p. ej.: Mateo 14, 13-21),
que somos nosotros desde un punto de vista espiritual. El
"acuario" no es otra cosa que el encierro de este Pez, la
anulación de Cristo. ¿Cómo se hace esto? Se
promueve la idea de que Cristo no es Dios hecho hombre, como dice
la Biblia; no es la Segunda Persona de la Santísima
Trinidad -el Hijo- que se encarna para traernos la Vida Eterna,
sino que es un "iniciado", un "gurú", un simple "maestro"
espiritual al nivel de Buda o Confucio. Nada más. La
"Nueva Era" acepta un conjunto de doctrinas claramente contrarias
a las enseñanzas de Nuestro Señor Identifica a Dios
con el mundo, lo que se llama panteísmo (del griego "pan"
que significa todo y "teo" que quiere decir Dios), es decir, no
considera que el mundo fue creado por Dios "ex nihilo" (de la
nada). Tiene una concepción del hombre pagana: el cuerpo
es una "cárcel" del alma y no estima, como el
cristianismo, que entre cuerpo y alma existe una unidad
sustancial o indisoluble.

Los ataques: Procedencia.

Lo primero que hemos de precisar es la
identidad de los autores de estos ataques. Los encontramos dentro
y fuera de la Iglesia.

Desde dentro.

– Algunos teólogos y asociaciones de
teólogos así como algunos sacerdotes que disienten
en ocasiones con las enseñanzas de la Iglesia.- Ciertos
movimientos que se sitúan en la frontera de la ortodoxia.-
Algunos de los cristianos que son responsables de la
organización, y programación de programas en radio
y televisión, como son informativos, entrevistas,
conferencias, debates; columnistas, periodistas, escritores
intelectuales y también artistas que escriben en los
periódicos o participan en dichos programas, debates,
etc.- Muchos de nosotros que somos miembros de la Iglesia, y
callamos o permitimos estos ataques.Desde
fuera.

– Personas que se declaran no creyentes o
al margen de la Iglesia y que tienen acceso, utilizan o trabajan
en cualquiera de los medios de comunicación.- Sectas
manifiestamente hostiles a la Iglesia Católica.Sobre
quienes recaen estos ataques.
– La Iglesia, en sus dogmas,
declaraciones o documentos, instituciones, estética,
liturgia, devociones y tradiciones.- Los ministros, religiosos y
religiosas, miembros de la jerarquía esclesiatica y sobre
el Papa y sus seguidores.

Soportes de estos
ataques.

Aunque ya los hemos mencionado en el punto
anterior, nos estamos refiriendo a los diferentes medios de
comunicación de los que se sirven los que llevan a cabo
las agresiones que venimos denunciando, tales como son: diarios,
revistas, radio, televisión, Internet, sin olvidar su
relación con el mundo de la literatura, el arte, el cine y
el teatro, a los que sirven como caja de resonancia.Los ataques
aparecen tanto en información general, artículos de
opinión, editoriales, columnas, como en entrevistas,
debates, mesas redondas, programas de humor.Se da la paradoja que
muchos de estos medios de comunicación son propiedad de
personas próximas a la religión o al menos no
contrarias. Los que manipulan, hacen o deshacen son los llamados
profesionales de la comunicación, empleados y pagados por
los dueños de esos medios.

Motivaciones de esos
ataques.

Todas estas agresiones ¿son fruto de
un anticlericalismo sin más, del que en España, por
cierto, hay una larga tradición? ¿Responden a
experiencias personales negativas que no han podido digerirse?
¿Obedecen a un pasado histórico sobre el que
todavía no se es capaz de tener una visión
objetiva?Sin duda y debido al peso que la Iglesia Católica
sigue teniendo en España, sus posiciones en determinadas
cuestiones siguen siendo incómodas para muchos, que
desearían una Iglesia más permisiva y
condescendiente. La denuncia sistemática de las bolsas de
pobreza de nuestro país, del escándalo del
enriquecimiento fraudulento de algunas personas o entidades, su
desacuerdo con la prácticamente nula política de
protección y ayuda a la familia, la promoción de
una educación que favorece la promiscuidad entre los
jóvenes, la falta de protección a la vida desde su
concepción… etc. molesta y mucho.La Verdad con
mayúscula no tiene mucha aceptación en sociedades
hedonistas y materialistas, ni en el entramado de intereses
políticos y económicos por las que estas se mueven.
Tiene bastante lógica que ante el relativismo imperante
donde ninguna verdad es definitiva y absoluta y la opinión
de la mayoría es ley, la popularidad de la Iglesia en
ciertos medios ande en cotas muy bajas.

Tácticas

Analicemos ahora algunas de las estrategias
que se utilizan para llevar a cabo estas agresiones:Se niega a la
Iglesia el derecho de defenderse, y cuando lo hace se la tacha de
victimismo, de cultivar la cultura de la queja, o de
repetición de tics extemporáneos. En definitiva se
ridiculiza su derecho a defenderse, lo que no se hace con ninguna
otra institución.Se parte de posiciones que presuponen la
culpabilidad de la Iglesia a la que se exige todo tipo de
explicaciones.Arrogarse el derecho absoluto de establecer lo que
está bien y lo que está mal en contra de la
opinión de la Iglesia. Se erigen en jueces infalibles
resolviendo muchas veces las cuestiones más arduas por
medio de juicios sumarísimos.

Negar que la Iglesia pueda tener sus
propias normas.

Poner en tela de juicio su doctrina,
frecuentemente en base a declaraciones de personas de cierta
popularidad que no están en posición de poder
opinar y no dejan sino entrever su profunda ignorancia sobre las
cuestiones religiosas tratadas.Como desde el campo de la doctrina
se carece de argumentos serios para ir contra la Iglesia, se
recurre a la ironía, la burla, el sarcasmo, el
descrédito, el desprecio y la desacralización. Esto
se da también mucho en programas de televisión
donde con una absoluta falta de respeto a la sensibilidad
religiosa de muchas personas, se trata de forma frívola y
superficial a personas de la jerarquía de la iglesia, o
temas específicamente religiosos.Negarse a considerar que
la Iglesia deba opinar sobre cuestiones temporales. Se pretende
relegar la fe y la doctrina católicas, así como la
práctica de la religión, a la esfera de lo privado,
eliminándolas lo más posible de la esfera
pública. Parecería un intento de hacerla volver al
tiempo de las catacumbas.Favorecer la diatriba contra la Iglesia
en forma de apoyo a los que disienten abiertamente contra ella,
ya sean personas individuales o movimientos
sociales.Sistemática asociación de lo que
peyorativamente llaman nacional-catolicismo con el franquismo. Se
ignora, o se silencia el hecho de las numerosísimas
iglesias profanadas e incendiadas durante nuestra contienda civil
o no se quiere atribuir la condición de mártires a
las miles de personas que murieron en ella sólo a causa de
su condición de obispos, sacerdotes, religiosos o
religiosas o de ser simplemente cristianos confesos.Identificar
progreso con el permitir el aborto, la eutanasia, matrimonios de
homosexuales, ordenación de las mujeres,
equiparación de las uniones de hecho, a las formas de
familia tradicional, etc. Y tachar de reaccionaria la postura de
la Iglesia que manifiesta su disconformidad con ellas.Se practica
la cicatería en el elogio o en el reconocimiento de la
labor positiva de la Iglesia a favor de los más
desfavorecidos, en educación, con los enfermos, en la
promoción de los valores sociales y económicos y en
la defensa de todos aquellos valores en los que se asienta la
dignidad humana. Se hace uso de una calculada ambigüedad a
la hora de tratar determinados temas que tienen que ver con la
Iglesia. Se da una de cal y otra de arena, manifestando como un
temor a ponerse completamente de parte de ella, quedando de
manifiesto esa tibieza evangélica tan frecuente en los
medios cristianos de hoy.Tomar la excepción, el pecado o
error de algunos como la norma general dentro de la iglesia. Se
hipertrofian deliberadamente las excepciones.Coger un tema que
perjudique a la Iglesia y apurarlo hasta el límite en
artículos, editoriales, entrevistas.Se recurre con
frecuencia a la calumnia, la mentira, el infundió, sin
preocuparse de contrastar la información para comprobar su
veracidad. Ello obedece a la táctica de que se sabe que
una vez vertida una información negativa sobre algo o
alguien, cosa que es muy fácil, demostrar la verdad
requiere un gran esfuerzo y tiempo y gran parte del daño
queda hecho de todas maneras. Las rectificaciones se hacen en
pocas ocasiones y frecuentemente de manera solapada en un
pequeño recuadro en no se sabe que página.Una forma
de ataque más sutil que las habituales pero de mayores
efectos a la larga, es denigrar de forma indirecta la
estética tradicional de la iglesia. Si las ideas de
Belleza y Bondad fueron consideradas siempre como un reflejo de
la Belleza y Bondad divinas, ahora se procura eliminar esta
inspiración sustituyéndola por el feísmo
gratuito e intrascendente o recurriendo a tácticas
esperpénticas. Un ejemplo reciente lo tenemos en el
supuesto rostro de Jesús confeccionado por un sedicente
antropólogo y que los medios de comunicación se
apresuraron a publicar.

Impunidad de los ataques.Es clara la
gran pasividad de los católicos ante todos estos hechos
que de una manera progresiva se han ido instalando en nuestra
vida cotidiana. Nos hemos ido acostumbrando a convivir con ellos
y muchas veces los observamos hasta en clave de humor. No nos
damos cuenta que con nuestra falta de reacción nos hacemos
culpables de que los fundamentos cristianos sobre los que se ha
ido tejiendo nuestra historia y cultura con sus gestas heroicas y
tragedias, con sus aciertos y equivocaciones, con sus
épocas de esplendor y decadencias, van siendo minados. Se
nos sustrae el alma de nuestra cultura y quedamos impasibles ante
la consecuencia de su inevitable decadencia y las repercusiones
que ello trae. Pareciera que predomina una actitud de
resignación ante lo que se considera inevitable o de
obligado tributo que habría que pagar al progreso de
nuestras sociedades aconfesionales en las que al final parece que
todo vale. Y la paradoja es que precisamente en unas sociedades
saturadas por la variedad de medios de comunicación, y por
tanto de canales para hacer llegar a la opinión
pública nuestra voz, los católicos permanecemos en
gran parte mudos, facilitando la impunidad de estas agresiones
constantes.Es claro que los medios de comunicación social
protagonizan un constante bombardeo contra la concepción
cristiana de la vida y del hombre cuando promueven esta
política de ataques más o menos directos contra la
Iglesia. Contribuyen al establecimiento de una atmósfera
cada vez mas contraria a los valores del humanismo cristiano, y a
la acentuación de ese vacío existencial que amenaza
al hombre de hoy, y que es origen de tantas lacras en las nuevas
generaciones tales como las drogas, la promiscuidad sexual, el
alcohol, las enfermedades mentales, la incapacidad para mantener
la fidelidad conyugal, etc.Como cristianos tenemos pues, que ser
conscientes de la trascendencia que supone nuestra pasividad ante
estos hechos. Si queremos de verdad sociedades mas justas, y
libres donde el hombre pueda desarrollarse plenamente como tal y
creemos que en el mensaje de salvación cristiano esta la
clave para que así sea, no podemos asistir inermes a los
ataques a nuestra religión y a nuestra Iglesia, vengan de
donde vengan. Si estos ataques permanecen impunes es
responsabilidad de todos el que así sea. Y si no miremos a
otras sociedades o grupos de creyentes. Sin elogiar posturas
extremas, ¿qué pasa cuando un medio de
comunicación social se mete contra los judíos o
musulmanes? La reacción suele ser contundente social y
económicamente (casos IBM, Telefónica, o BBC) y la
retractación por parte de quien ha hecho el ataque,
inmediata.Si se declara delito el antisemitismo ¿por
qué no también el anti-catolicismo o el ataque a
otra religión cualquiera? No se puede confundir la
tolerancia y el respeto a otras creencias con la
indefensión y la falta de exigencia de respeto a las
propias.

Defensas

Cabe ahora preguntarse cómo nos
defendemos y cómo se defiende la Iglesia ante estos
ataques. Sin duda los católicos nos podríamos hacer
acreedores en muchísimas ocasiones de aquellas palabras
con que Jesús acababa la parábola del administrador
infiel: los hijos de este mundo son más astutos con los de
su generación que los hijos de la luz (LC.16, 8). Es claro
que ante el acoso y críticas poco rigurosas a las que en
muchas ocasiones es sometida nuestra Iglesia no ofrecemos una
adecuada respuesta y estrategia.En primer lugar se tarda mucho en
responder. La contestación llega cuando en los medios de
comunicación se lleva hablando días o semanas sobre
el tema en cuestión. Se han divulgado ya toda una serie de
pareceres de la más variada procedencia, sobre una
información que muchas veces es parcial e incompleta, y
que hábilmente manipulada consigue dar una imagen en
algunos casos muy desfavorable de la Iglesia, sus ministros o de
sus actuaciones.Cuando se responde se hace frecuentemente sin
mucha contundencia, con un lenguaje poco asequible para el hombre
de la calle. Se utilizan largos y densos comunicados, poco
atractivos, que no captan el interés o la atención
de lector u oyente. Al final solo un reducidísimo grupo de
personas es el que se los lee o escucha hasta el final. Se suele
tratar de los ya convencidos, de ninguna manera de los que no lo
están.Se echa de menos también el que a la hora de
contestar en favor de las posturas de la iglesia
prácticamente siempre sean los obispos o algún
ministro ordenado los que lo hacen y no laicos, preparados en el
campo de las comunicaciones sociales, que puedan ser sus
portavoces. Pareciera que no hay casi laicos en la iglesia que
estén preparados para salir a la calle para dialogar,
argumentar, y defender las posturas, opiniones o pensamiento de
la Iglesia en las distintas cuestiones planteadas. Vaya
aquí en el campo de las excepciones nuestro homenaje y
gratitud al comentario semanal de Gonzalo de Berceo en el Alfa y
Omega.Tampoco se consigue que los numerosos movimientos y
asociaciones de fieles laicos dentro de la iglesia logren hacer
escuchar una voz unitaria frente a estos ataques. Hay que tener
en cuenta que todos ellos reúnen a un gran número
de personas y que podrían tener una presencia
muchísimo mayor y activa en los medios de
comunicación. Se evitaría así que la defensa
frente a estos ataques quedara circunscrita a charlas en una sala
de conferencias o a quejas en la sobremesa en la propia casa.La
consecuencia de todo esto es que se produce una sensación
de desánimo, resignación, impotencia y
desorientación entre los católicos, que
acostumbrados ya a las permanentes agresiones, acaban por creerse
todo lo que les cuentan los medios de comunicación,
incapaces de formarse una opinión que responda a la verdad
de los hechos. Se va creando así una especie de complejo
de ser cristiano y de opinar en cristiano. Parece que el serlo
solo sirve para el ámbito de lo privado, para el interior
de las Iglesias y para unos nostálgicos de tradiciones
pasadas pero inservibles para los tiempos modernos.De aquí
a dejarse arrastrar por el relativismo moral imperante en todos
los campos hay muy poco trecho, porque al enturbiarse el juicio,
se acaba pensando que todas las opiniones son igual de buenas y
válidas. 

Hipótesis

Antes que nada, nos planteamos las
siguientes hipótesis:

1) Hay ataques al Papa y a la Iglesia
Católica.

2) Los mismos provienen de parte de ciertos
medios de comunicación, y de algunos sectores
ideológicos contrarios a la Iglesia y su representante
máximo, demostrando que no solo quieren imponer sus ideas,
sino también que quieren eliminar toda muestra de
espiritualidad de la sociedad. Y como la Iglesia católica
es la más influyente de occidente, se busca desgastar su
imagen y su credibilidad.

3) Pensamos encontrar una parte de la
juventud y la gente comprometida con la Iglesia y con lo que pasa
tanto dentro como fuera de Ella, y otra parte con
desinformación al respecto.

4) Pensamos que a algunos les interesara el
tema, y habrá otra parte, puede ser la mayoría que
no conozca el tema o no le interese.

5) Los ataques mediáticos provienen
de ideologías contrarias a la Iglesia
Católica.

6) Los ataques mediáticos son
apoyados, y hasta originados por miembros de la
Iglesia.

7) La mayoría de los cristianos se
muestra indiferente ante estos ataques.

8) Los ataques desde los medios de
comunicación, buscan desprestigiar al Papa y a la Iglesia
Católica.

Material y
Artículos sobre temas específicos

Artículos
Periodísticos.

Ataques a la Iglesia
Católica.

Referencia: Este articulo nos
muestra los ataques mas clásicos que se le hacen a la
iglesia , como por ejemplo que se adoran imágenes , y al
mismo tiempo muestra muchas de las bases y los principios mas
importantes del cristianismo, como lo es el amor de Cristo hacia
las personas sin distinción de raza, sexo, creencia,
etnia, etc.

Muchas personas de diferentes "Iglesias" lo
único que hacen es atacar a la Fe Católica, como
fieras sin correas, acusan de mil formas a la Iglesia
Católica para demostrar que sus posturas son las correctas
y no las de la Iglesia Católica.Cristo vino a predicar
amor y entendimiento, no a que atacaran el Budismo, o el
Hinduismo, o cualquier otra religión. Si no a que
comprendieran a sus hermanos, a quienes fueran, sin importar su
raza, etnia, creencia, o religión, etc.No existe siquiera
un mínimo respeto a la Fe de las personas. Lo más
peligroso es que estas personas creen tener todas las respuestas,
pero existen más de 40 mil denominaciones diferentes y
cada una cree lo que quiere, y se diferencian en muchas
creencias. Esto tampoco lo mando Jesús, el dijo "sean uno,
como yo y el padre somos uno, para que el mundo crea".
¿Donde cumplen la palabra de Cristo?Luego están las
difamaciones de todo tipo contra la Iglesia, como que la Iglesia
Católica adora estatuas e imágenes, o que el Papa
es el Anti-Cristo, etc. Estas surgen por la ignorancia que estas
personas tienen sobre la Fe de la Iglesia Católica y en
muchos casos también por el odio cegado hacia ella,
inculcado por otros "Pastores" o por Pseudo Teorías
Anti-Papales, las cuales si investigarían y profundizaran
en las mismas, se darían cuenta, que no tienen sustento
alguno. Igualmente tiran Piedras tras Piedras contra la Iglesia
Católica. ¿Donde cumplen lo que dijo Jesús?-
Que tire la primera piedra quien no tenga ningún pecado.En
definitiva, esta clase de personas verdaderamente no siguen a las
palabras de Cristo, hablan de la boca para afuera, simplemente
toman partes de la Fe, las cuales ellos creen les hacen salvo o
con las que van a ir al cielo por toda la eternidad (solo de
egoísmo), y el resto lo cuestionan, sin profundizar en el
estudio, ni intentar comprender por que en los 2000 años
de tradición de la Iglesia de los Apóstoles, santos
que dejaron todo para seguir a Cristo en la suma pobreza, hombres
y mujeres, han llegado a estas conclusiones de la rica Fe
Católica.Algunos dicen "no esta en la Biblia" y para ellos
esto es la verdad, si no esta en la Biblia no existe, Biblia que
la misma Iglesia Católica recopilo,
paradójicamente, si no fuera por la Iglesia
Católica, ni Biblia tendrían. Pero para ellos si la
Biblia no habla de Júpiter, entonces Júpiter no
Existe. Las mentes de estas personas, igual también que la
de muchos Católicos que lo son solo de palabras,
están cerradas, y no pueden ver mas alla de lo que ven,
saben o dicen. Desconociendo el límite de su
conocimiento.Todo lo que ellos no conocen o no pueden entender,
es directamente descartado por sus razonamientos cerrados, como
falso. Esta no es la Fe de Pedro, la cual vino del Padre, y era
para edificación. No, esta es la Fe ciega que fanatiza al
individuo y lo lleva a su perdición.

Sitio Web:
comunion.ning.com/forum/topics/ataques-a-la-iglesia-catolica

¿Cómo
actuar ante los ataques a la Iglesia?

Referencia: Consejos y actitud que
debe tomar el cristiano ante los ataques a la Iglesia.

Hay principalmente tres actitudes que
ayudan de manera especial al católico ante los ataques a
la Iglesia: la serenidad, la sinceridad y la caridad.Le serenidad
nace de la conciencia de que Cristo sigue estando presente en su
Iglesia y que la fe es un don que "ni el ojo vio, ni el
oído oyó, ni al corazón del hombre
llegó lo que Dios preparó para los que le aman". (1
Cor 2,9). Así, dado que la fe de la Iglesia no es una
lección de matemáticas básica, no hay que
extrañarse si no todos la comprenden. Siempre habrá
ataques, pues a la Iglesia le toca el mismo destino que a Cristo:
"Éste está puesto para ser señal de
contradicción". (Lc 2,34)Muchas veces los ataques a la
Iglesia no son de mala voluntad, sino que surgen de la ignorancia
de los atacantes. Hay que evitar los juicios y escucharlos con
atención y respeto, tratando de iniciar juntos, un camino
para encontrar la verdad. Por eso es necesario que cada cristiano
conozca siempre mejor su fe, la profundice y sobre todo la viva
cada día para poder dar respuesta a todo el que le pida
razón de su esperanza (1 Pedro 3,15). El católico
no tiene porque temer la sinceridad pues tiene su seguridad en
Cristo que dijo: "Yo soy la verdad". (Jn 14,6)Conviene que un
católico responda a los ataques, no con la
discusión, ni con la agresión, sino con la caridad.
El cristianismo no ha logrado sus grandes victorias por medio de
la fuerza o del poder. Es el amor el que hizo diferente y
deseable su estilo de vida. La caridad debe ser el distintivo de
los cristianos, porque en la caridad el católico muestra
que es un hijo de Dios. Debemos buscar el error y falsedad de las
críticas, pero, a su vez, amar al hombre o mujer que las
dice. El cristiano debe odiar el pecado, pero amar al
pecador."Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que los
odian, orad por los que los persiguen…". Este es el mandato de
Jesús.Por eso el cristiano debe defender a la Iglesia
siempre como institución divina fundada por Jesucristo y
como medio de santificación para todos los hombres,
consciente de que está formada por seres humanos con
fallos y debilidades pero que por encima de ella está la
gracia de Dios. "Tu eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia y los poderes del infierno no
prevalecerán sobre ella".

Pagina Web: www.Catolich.net

Cardenal defiende al Papa por ataques a
la Iglesia.

Referencia: Defensa del Arzobispo de
Guadalajara, al Papa Benedicto XVI.

Los ataques proceden de jefes
políticos: Dijo el Cardenal.

Guadalajara, Jalisco.

El arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval
Iñiguez, defendió al Papa Benedicto XVI por los
ataques que ha recibido y que se han recrudecido en los
últimos días, por los casos de pederastia de
sacerdotes, que surgen en distintas naciones.En la misa que
celebró en el Santuario de los Mártires, el
cardenal invitó a los fieles a pedir por el Santo Padre,
"a quien le están tirando las cabezas porque la Iglesia
pisa muchos callos", indicó, al asegurar que los ataques
proceden de jefes políticos.Autor – El Informador / Ana
Alcaraz.

Pagina Web:
www.elinformador.com.

SANTO DOMINGO, R.D.

Referencia: El Cardenal Jesús
López Rodríguez critica los ataques que sufre la
Iglesia y el Papa y defiende la postura que toma la máxima
autoridad eclesiástica frente a los casos de abuso que
cometieron algunos miembros de la Iglesia.

Cardenal critica los ataques a la Iglesia y
el Papa debido a los abusos sexuales cometidos por
sacerdotes.

El Arzobispo defendió los criterios
de firmeza, transparencia y severidad con que Benedicto XVI ha
tratado y trata esos asuntos

Santo Domingo. El cardenal Nicolás
de Jesús López Rodríguez, ante el manejo de
la prensa para tratar los casos de abusos sexuales cometidos por
algunos miembros del clero en Europa, advirtió que algunas
agencias y medios buscan "menospreciar los hechos y forzar las
interpretaciones" con la finalidad de golpear a la Iglesia y al
Papa Benedicto XVI.

"Eso no es nada nuevo y nadie ignora que se
trata de una confabulación de sectores de gobiernos
europeos y grupos de Estados Unidos, que no perdonan al Papa ni a
la Iglesia su posición firme de defensa a la vida y su
rechazo al crimen del aborto", manifestó López
Rodríguez.

El Purpurado se expresó así
ayer martes ante decenas de representantes de medios de
comunicación, que participaron en un encuentro celebrado
en la Casa de la Juventud, convocado por el padre Luís
Rosario, director de la Pastoral Juvenil de la
Arquidiócesis, para tratar distintos temas con su
Arzobispo en ocasión de la Semana Santa.

López Rodríguez dijo que hay
sectores tan atrevidos que ahora con estos ataques al Papa
Benedicto, también quieren contaminar a su antecesor Juan
Pablo II, "lo que demuestra la confabulación de grandes
intereses europeos y de Estados Unidos que se sienten derrotados
por la posición del Papa frente al aborto".

El Arzobispo defendió los criterios
de firmeza, transparencia y severidad con que Benedicto XVI ha
tratado y trata esos asuntos de los abusos contra niños,
"porque son hechos condenables y repudiables y así lo ha
expresado el Papa y ha actuado en consecuencia".

Citó que el propio Papa lo dijo el
pasado domingo cuando afirmó que "Dios da la
valentía que permite al hombre no dejarse intimidar por
las murmuraciones de las opiniones dominantes".

Agregó que el Pontífice, que
presidió en la plaza de San Pedro la misa del Domingo de
Ramos, el rito que abrió la Semana Santa, manifestó
que el hombre puede elegir seguir a Jesús o hundirse en la
ciénaga de la mentira y la indecencia.

El Cardenal dijo que en estos días
es lógico que "el sufrimiento del Papa y de los cristianos
católicos aumente", porque tienen que lamentar que exista
la tendencia prevaleciente en una parte de la prensa de
menospreciar los hechos y forzar interpretaciones para atacar al
Santo Padre, conforme a los intereses de los grupos a los que
sirven esos medios.

Dijo que el Papa ha sido un hombre que por
su posición y su defensa a la vida, algunos sectores
quieren enfrentarlo y debilitarlo, pero que lamentablemente ellos
no podrán contra el Papa ni contra la Iglesia, como no han
podido tantos enemigos de la fe y del cristianismo durante dos
mil años que tiene la iglesia.

López Rodríguez
enfatizó que los hechos que haya cometido cualquier
sacerdote o miembro de la iglesia en contra de un menor o un
niño son condenables. "Yo lo condeno y propongo que todo
el que cometa ese tipo de delito sea llevado a la justicia, a la
cárcel, para que responda por sus hechos", dijo el
arzobispo de Santo Domingo.

El Vaticano Traza La Defensa
Legal.

Acosado más que nunca por el
escándalo de abusos sexuales por parte de religiosos, el
Vaticano está preparando la defensa legal con que la
Iglesia Católica espera proteger al papa Benedicto XVI de
una demanda en Kentucky que busca su
destitución.

En documentos judiciales obtenidos el
martes por la Associated Press, los abogados del Vaticano trazan
una estrategia triple, a presentar en las próximas
semanas, para que se desestime la demanda antes de que Benedicto
pueda ser interrogado o se ordene la presentación de
documentos secretos.

Los abogados se proponen argumentar que el
pontífice tiene inmunidad como jefe de Estado, que los
obispos estadounidenses que supervisaban a los religiosos
abusivos no eran empleados del Vaticano, y que un documento de
1962 no es la prueba decisiva de un encubrimiento.

Tres hombres que alegan abusos de
sacerdotes interpusieron la demanda contra la Santa Sede en el
2004, acusando a Roma de negligencia por no alertar a la
policía o al público sobre los sacerdotes que
realizaron esos actos.

Fuente: Listin Diario

Ignacio Méndez Carta Escrita Por
El Senador Italiano Marcello Pera Para El "Corriere
Della".Referencia:
Este senador italiano fue presidente del
Senado, es profesor de filosofía y se declara no
católico. Pera ha escrito una interesante reflexión
en el Corriere Della Sera que, por su interés, destacamos
a continuación. El ex presidente el Senado italiano ve una
campaña de hostigamiento a la Iglesia.El objetivo es el
Papa Benedicto XVI y el cristianismo. La campaña contra la
Iglesia emprendida tras los casos de pederastia constituyen una
auténtica declaración de guerra para Marcello Pera.
Estimado director:

La cuestión de los sacerdotes
pedófilos u homosexuales desencadenada últimamente
en Alemania tiene como objetivo al Papa. Pero se cometería
un grave error si se pensase que el golpe no irá
más allá, dada la enormidad temeraria de la
iniciativa. Y se cometería un error aún más
grave si se sostuviese que la cuestión finalmente se
cerrará pronto como tantas otras similares. No es
así. Está en curso una guerra. No precisamente
contra la persona del Papa ya que, en este terreno, es imposible.
Benedicto XVI ha sido convertido en invulnerable por su imagen,
por su serenidad, su claridad, firmeza y doctrina. Basta su
sonrisa mansa para desbaratar un ejército de adversarios.
No, la guerra es entre el laicismo y el cristianismo. Los
laicistas saben bien que, si una mancha de fango llegase a la
sotana blanca, se ensuciaría la Iglesia, y si fuera
ensuciada la Iglesia lo sería también la
religión cristiana. Por esto, los laicistas
acompañan su campaña con preguntas del tipo
¿quién más llevará a sus hijos a la
Iglesia?, o también ¿Quién más
mandará a sus chicos a una escuela católica?, o
aún también ¿Quién hará curar
a sus pequeños en un hospital o una clínica
católica? Hace pocos días una laicista ha dejado
escapar la intención. Ha escrito: La entidad de la
difusión del abuso sexual de niños de parte de
sacerdotes socava la misma legitimidad de la Iglesia
católica como garante de la educación de los
más pequeños. No importa que esta sentencia carezca
de pruebas, porque se esconde cuidadosamente la entidad de la
difusión: ¿uno por ciento de sacerdotes
pedófilos?, ¿diez por ciento?, ¿todos? No
importa ni siquiera que la sentencia carezca de lógica:
bastaría sustituir sacerdotes con maestros, o con
políticos, o con periodistas para socavar la legitimidad
de la escuela pública, del parlamento o de la prensa. Lo
que importa es la insinuación, incluso a costa de lo
grosero del argumento: los sacerdotes son pedófilos, por
tanto la Iglesia no tiene ninguna autoridad moral, por ende la
educación católica es peligrosa, luego el
cristianismo es un engaño y un peligro. Esta guerra del
laicismo contra el cristianismo es una batalla campal. Se debe
llevar la memoria al nazismo y al comunismo para encontrar una
similar. Cambian los medios, pero el fin es el mismo: hoy como
ayer, lo que es necesario es la destrucción de la
religión. Entonces Europa, pagó a esta furia
destructora, el precio de la propia libertad. Es increíble
que, sobre todo Alemania, mientras se golpea continuamente el
pecho por el recuerdo de aquel precio que ella infligió a
toda Europa, hoy, que ha vuelto a ser democrática, olvide
y no comprenda que la misma democracia se perdería si se
aniquilase el cristianismo. La destrucción de la
religión comportó, en ese momento, la
destrucción de la razón. Hoy no comportará
el triunfo de la razón laicista, sino otra
barbarie.

En el plano ético, es la barbarie de
quien asesina a un feto porque su vida dañaría la
salud psíquica de la madre. De quien dice que un
embrión es un grumo de células bueno para
experimentos. De quien asesina a un anciano porque no tiene
más una familia que lo cuide. De quien acelera el final de
un hijo porque ya no está consciente y es incurable. De
quien piensa que progenitor A y progenitor B es lo mismo que
padre y madre. De quien sostiene que la fe es como el
cóccix, un órgano que ya no participa en la
evolución porque el hombre no tiene más necesidad
de la cola y se mantiene erguido por sí mismo. O
también, para considerar el lado político de la
guerra de los laicistas al cristianismo, la barbarie será
la destrucción de Europa. Porque, abatido el cristianismo,
queda el multiculturalismo, que sostiene que cada grupo tiene
derecho a la propia cultura. El relativismo, que piensa que cada
cultura es tan buena como cualquier otra. El pacifismo que niega
que existe el mal. Esta guerra al cristianismo no sería
tan peligrosa si los cristianos la advirtiesen. En cambio, muchos
de ellos participan de esa incomprensión. Son aquellos
teólogos frustrados por la supremacía intelectual
de Benedicto XVI. Aquellos obispos equívocos que sostienen
que entrar en compromisos con la modernidad es el mejor modo de
actualizar el mensaje cristiano. Aquellos cardenales en crisis de
fe que comienzan a insinuar que el celibato de los sacerdotes no
es un dogma y que tal vez sería mejor volver a pensarlo.
Aquellos intelectuales católicos apocados que piensan que
existe una cuestión femenina dentro de la Iglesia y un
problema no resuelto entre cristianismo y sexualidad. Aquellas
conferencias episcopales que equivocan en el orden del día
y, mientras auspician la política de las fronteras
abiertas a todos, no tienen el coraje de denunciar las agresiones
que los cristianos sufren y las humillaciones que son obligados a
padecer por ser todos, indiscriminadamente, llevados al banco de
los acusados. O también aquellos embajadores venidos del
Este, que exhiben un ministro de exteriores homosexual mientras
atacan al Papa sobre cada argumento ético, o aquellos
nacidos en el Oeste, que piensan que el Occidente debe ser laico,
es decir, anticristiano.

La guerra de los laicistas
continuará, entre otros motivos porque un Papa como
Benedicto XVI, que sonríe pero no retrocede un
milímetro, la alimenta. Pero si se comprende por
qué no cambia, entonces se asume la situación y no
se espera el próximo golpe. Quien se limita solamente a
solidarizarse con él es uno que ha entrado en el huerto de
los olivos de noche y a escondidas, o quizás es uno que no
ha entendido para qué está allí.

Carta al director: De Marcello Pera
(Corriere Della Sera, Milán, 17-03-2010). Pagina Web:
Infocatolica.com.

Un ordenado y planificado ataque contra
la Iglesia.

Referencia: El embajador de
España advierte sobre ataques a la Iglesia, y analiza la
particular situación de la ciudad de Roma.

Roma es una ciudad singular. Entre otras
razones, porque allí tienen sus sedes tres Jefes de
Estado: el presidente de la República italiana, el Gran
Maestre de la Soberana Orden de Malta y, no en tercer lugar en
cuanto a importancia, el Papa. En Roma confluye el mundo, en una
especie de ONU anterior a la ONU. Desde el mundo a Roma (y desde
Roma al mundo), llegan los ecos, normalmente fidedignos, de casi
todo lo que acontece en el planeta.

Que el Embajador de España cerca de
la Santa Sede haya dicho que "hay en estos momentos un ordenado y
planificado ataque contra la Iglesia desde distintos sectores del
pensamiento" es una afirmación digna de ser tomada en
cuenta. Y lo es porque, sin excesivo esfuerzo, puede verificarse
la verdad del aserto. Y, además, porque razonablemente
podemos pensar que quien hace esa afirmación es un hombre
que puede estar, que debe estar, bien informado.

El Embajador se refiere a un ataque
"ordenado y reflexionado y perfectamente coordinado", a una
"tergiversación y manipulación constante que se
hace de la figura del Papa actual", a que se interpreta lo que
él (el Papa) dice "de forma torticera". Resulta obvio que
es así. Sin esta mala fe, sin esta voluntad de
enmarañar las cosas, no resulta comprensible, por ejemplo,
la enésima polémica (sin duda, no la última)
desencadenada sobre unas matizadas palabras del Papa acerca de la
lucha contra el SIDA en África.

Una oración condicional incluye, por
definición, una condición o requisito: "Si bebes,
entonces no conduzcas". La frase no prohíbe la
conducción en todas las circunstancias, solamente aconseja
no conducir si uno ha bebido alcohol. Sería completamente
absurdo que, de ese consejo, se dedujese que la Dirección
General de Tráfico intenta erradicar de modo absoluto la
ingesta de alcohol o concluir, en un contrasentido todavía
mayor, que ese organismo del Estado pretende lograr que no
conduzcamos jamás un coche.

Si nuestras afirmaciones se
descontextualizan y se parcializan, cualquiera podría
atribuirnos cualquier cosa. Incluso podríamos convertir la
Biblia en una proclama de ateísmo, ya que en el Salmo 14
leemos: "Dice el necio en su corazón: "Dios no existe"".
No es honrado convertir en titular la frase "Dios no existe", sin
aludir a lo que antecede: "Dice el necio en su corazón".
Pues un sinsentido de este calibre ha tenido lugar, una vez
más, con las palabras del Papa. Al final, al menos en este
punto (y no sé si en algo más que en este punto)
habrá que darle la razón al Sr.
Embajador.

Autor – Guillermo Juan Morado.

Pagina Web: infocatolica.com.

Cacería contra la Iglesia
Católica.

Referencia: Este artículo nos
muestra la realidad en números de los casos de abuso
sexual y la diferente vara con que se mide a los autores de los
abusos, vemos el ataque desmedido hacia la Iglesia
Católica y sus sacerdotes obviando a otros
abusadores.

Para algunos la única manera de
sentirse mejor es denigrando al resto. Para otros, resucitar su
ideología caduca pasa por desprestigiar a la
institución cuyos miembros fueron martirizados en su
batalla por la libertad, brindando fe, esperanza y la fuerza
espiritual para que el pueblo se rebelara contra las dictaduras
que asfixiaron Europa del Este por décadas. De esos
sectores es que emana la campaña desatada contra la
Iglesia de Roma y el papa Benedicto XVI.

Los actos (infrahumanos y degenerados) de
sacerdotes pedófilos tienen que ser castigados con todo el
peso de la ley. La cadena perpetua y la castración
química deben ser el destino de todos aquellos (sin
distinción) que violentan la inocencia de un niño o
una niña. Pero justos no pueden pagar por pecadores e
imperdonable sería no pronunciarse sobre el vil ataque
dirigido contra el Santo Padre. Y aquí surge un par de
preguntas: ¿Los que se rasgan las vestiduras por los actos
abominables de pederastia, están realmente preocupados por
la niñez? ¿Quienes derraman cataratas de tinta
sobre el tema, buscan la verdad? La respuesta es no. Una
mínima y real preocupación por la niñez se
reflejaría en mayor información circulando sobre el
abuso sexual infantil, más presencia en la agenda
pública y en los presupuestos nacionales (en nuestro
país, uno de cada tres niñas y niños sufre
algún tipo de abuso). A través de la
desinformación o la sobreinformación deleznable,
que es lo mismo, se descalifica a la Iglesia Católica, se
colectivizan las responsabilidades y se pretende crear
sensación de culpa (y equívoco) a los cerca de dos
mil millones de católicos.

Que quede claro, aquí no defendemos
a los pedófilos, sean curas, tablistas o maestros, pero no
está de más recalcar que el abuso sexual a
niños preadolescentes por sacerdotes es la
excepción y no la norma. Las cifras revelan que es una
situación poco común que involucra al 0,3% del
clero. Según datos del periodista Luigi Accatoli, en los
últimos 15 años en Alemania (tierra del Papa) se
denunciaron 210 mil casos de abuso sexual contra menores, 94 de
estos relacionados con sacerdotes católicos (0,04%).
¿Por qué solo esos 94 casos reciben
atención? ¿Los otros 209.906 niños alemanes
no merecen ser defendidos y sus ofensores castigados? Es
lógico que la indignación sea mayor cuando el abuso
proviene de quienes han de promover la virtud y proteger a los
más pequeños. No se vio, sin embargo, tal
indignación cuando Save the Children denunció que
es común el abuso sexual contra menores por parte de
trabajadores "humanitarios y fuerzas de paz", de Naciones Unidas.
Las principales acusaciones son por: "intercambio de comida por
sexo, sexo forzado, prostitución, pornografía,
esclavitud sexual, ataque sexual y tráfico de
niños". ¿Deben desaparecer las fuerzas de paz de la
ONU? ¿El actual secretario general Ban Ki-moon y sus
antecesores son responsables? Si siguiéramos la
lógica de los anticlericales habría que
responsabilizarlos pues los hechos continúan, allí
donde debe llevarse ayuda a los más
necesitados.

Las instituciones (particularmente las que
tienen impacto en la conciencia pública, incluidos los
medios) deben contar con políticas de supervisión y
sanción a sus afiliados pero de allí a desatar una
cacería contra la Iglesia hay una distancia enorme. Lo
primero es parte de la construcción de la democracia, lo
segundo es terrorismo blanco, oportunista y perverso.

Sábado 3 de Abril del
2010.

Autor – Martha Meier. M. Q.
Periodista.

La pasión del Papa Benedicto.
Seis acusaciones, una pregunta.

Referencia: El articulo habla de las
diversas acusaciones que se realizan contra el Papa, y las
respuestas que El da con sus actos y obras.

La pedofilia es solamente la última
de las armas apuntadas contra Joseph Ratzinger. Y cada vez
él es atacado donde más ejercita su rol de
guía. Uno por uno, los puntos críticos de este
pontificado. El ataque que golpea al Papa Joseph Ratzinger con el
arma del escándalo, ofrecido por sacerdotes de su Iglesia,
es una constante de este pontificado. Es una constante porque una
y otra vez, en un terreno diferente, se golpea en Benedicto XVI
justamente al hombre que ha obrado y obra, en ese mismo terreno,
con más clarividencia, con más determinación
y con más fruto.La tempestad que siguió a su
exposición en Ratisbona, el 12 de diciembre de 2006, ha
sido la primera de la serie. Se acusó a Benedicto XVI de
ser enemigo del Islam y un partidario incendiario del
desencuentro entre las civilizaciones. Justamente a él que
con una lucidez y un coraje único había desvelado
donde se fundamenta la raíz última de la violencia,
en una idea de Dios mutilada por la racionalidad, y luego
había dicho también cómo
vencerla.

Las agresiones e inclusive los asesinatos
que siguieron a sus palabras confirmaron dolorosamente la
probidad de sus palabras. Pero que él había dado en
el blanco ha sido confirmado sobre todo por los pasos de
diálogo entre la Iglesia Católica y el Islam que se
registraron a continuación (no contra, sino gracias a la
exposición de Ratisbona), de los cuales la carta al Papa
de 138 sabios musulmanes y la visita a la Mezquita Azul de
Estambul han sido los signos más evidentes y
prometedores.Con Benedicto XVI, el diálogo entre el
cristianismo y el Islam, al igual que con las otras religiones,
avanza hoy con una conciencia más nítida sobre lo
que distingue (la fuerza de la fe) y sobre lo que puede unir la
ley natural escrita por Dios en el corazón de cada hombre.
Una segunda oleada de acusaciones contra el Papa Benedicto lo
presenta como un enemigo de la razón moderna, y en
particular de su suprema expresión: la ciencia. La cima de
esta campaña hostil fue alcanzada en enero de 2008, cuando
los profesores obligaron al Papa a cancelar una visita a la
principal universidad de su diócesis: la Universidad de
Roma "La Sapienza".

Sin embargo (como antes en Ratisbona y
luego en París, en el Collage des Bernardins el 12 de
septiembre de 2008) el discurso que el Papa intentó
dirigir a la Universidad de Roma era una formidable defensa del
nexo indisoluble entre fe y razón, entre verdad y
libertad: "No vengo a imponer la Fe, sino a alentar la
valentía por la verdad". La paradoja es que Benedicto XV
es un gran "iluminista" en una época en la que la verdad
tiene pocos defensores y la duda hace de patrón de ella,
hasta pretender quitarle la palabra. Una tercera acusación
arrojada sistemáticamente contra Benedicto XVI es la de
ser un tradicionalista replegado en el pasado, enemigo de las
novedades aportadas por el Concilio Vaticano II.Su discurso a la
curia romana, el 22 de diciembre de 2005, sobre la
interpretación del Concilio y luego, en el 2007, la
liberalización del rito antiguo de la Misa serían
las pruebas con las que cuentan sus acusadores. En realidad, la
Tradición a la que Benedicto XVI es fiel es la de la gran
historia de la Iglesia, desde los orígenes hasta hoy, lo
cual no tiene nada que ver con una formalista adhesión al
pasado.

En el citado discurso a la curia, para
ejemplificar la "reforma en la continuidad" representada por el
Vaticano II, el Papa ha planteado la cuestión de la
libertad religiosa. Para afirmarla en modo pleno (ha explicado)
el Concilio ha debido retornar a los orígenes de la
Iglesia, a los primeros mártires, a ese "patrimonio
profundo" de la Tradición cristiana que se había
extraviado en los siglos más recientes y que ha sido
reencontrada también gracias a la crítica de la
razón iluminista.En cuanto a la liturgia, si hay un
auténtico continuador del gran movimiento litúrgico
que floreció en la Iglesia entre el siglo XIX y el siglo
XX, desde Prosper Guéranger a Romano Guardini, éste
es precisamente Ratzinger.Un cuarto terreno de ataque es contiguo
al anterior. Se acusa a Benedicto XVI de haber ahondado el
ecumenismo, de anteponer el abrazo con los lefebvrianos al
diálogo con las otras confesiones cristianas. Pero los
hechos dicen lo contrario. Desde el momento que Ratzinger es
Papa, el camino de reconciliación con las Iglesias de
Oriente ha dado pasos extraordinarios hacia adelante, tanto con
las Iglesias bizantinas que tienen como cabeza al patriarcado
ecuménico de Constantinopla, como (es la novedad
más sorprendente) con el patriarcado de Moscú.Y si
ha acontecido esto, es precisamente por la reavivada fidelidad a
la gran Tradición (comenzando por la del primer milenio)
que distingue a este Papa, más del alma de las Iglesias de
Oriente. Sobre la vertiente de Occidente, es también el
amor de la Tradición lo que impulsa a personas y grupos de
la Comunión Anglicana a solicitar el ingreso a la Iglesia
de Roma. Respecto a los lefebvrianos, lo que obstaculiza su
reingreso a la Iglesia es justamente su estar atados a formas
pasadas de Iglesia y de doctrina erróneamente
identificadas con la Tradición perenne. La
revocación de la excomunión a sus cuatro obispos,
en enero de 2009, no ha modificado en nada el estado de cisma en
el cual ellos permanecen, de la misma manera que la
revocación en 1964 de las excomuniones entre Roma y
Constantinopla no ha sanado el cisma entre Oriente y Occidente,
pero ha posibilitado un diálogo que culmina en la
unidad.

Entre los cuatro obispos lefebvristas a los
que Benedicto XVI ha revocado la excomunión estaba el
inglés Richard Williamson, antisemita y negador del Shoah
(Holocausto). En el rito antiguo permitido, hay una
oración para que los judíos "reconozcan a
Jesucristo salvador de todos los hombres".Estos y otros hechos
han contribuido a alimentar una persistente protesta del mundo
judío contra el actual Papa, con notables aristas de
radicalidad. Y un quinto terreno de acusación. La
última arma de esta protesta ha sido un pasaje del
sermón pronunciado en la basílica de San Pedro, el
Viernes Santo en presencia del Papa, por el predicador de la casa
pontificia, el padre Raniero Cantalamessa.

El pasaje cuestionado era una cita de una
carta escrita por un judío, pero no obstante esto la
polémica se ha orientado exclusivamente contra el Papa.
Ahora bien, nada es más contradictorio que acusar a
Benedicto XVI de enemistad con los judíos.Porque
ningún otro Papa, antes que él, se ha esforzado
tanto en avanzar para definir una visión positiva del
vínculo entre cristianismo y judaísmo, quedando en
pie la división capital sobre el reconocimiento o no de
Jesús como Hijo de Dios. En el primer tomo de su
"Jesús de Nazaret", publicado en el 2007 (y próximo
a ser completado por el segundo tomo), Benedicto XVI ha redactado
a propósito de ello páginas luminosas, en
diálogo con un rabino americano que todavía vive.Y
numerosos judíos ven efectivamente en Ratzinger a un
amigo. Pero en los medios de comunicación internacionales
hay otra cosa. Allí está casi solitario el "fuego
amigo" que resuena estruendosamente, por parte de judíos
que golpean al Papa que más los comprende y los
ama.

Por último, una sexta pieza
acusatoria (actualísima) contra Ratzinger es de haber
"encubierto" el escándalo de los sacerdotes que han
abusado sexualmente de niños.También aquí la
acusación atropella justamente al hombre que ha hecho
más que nadie, en la jerarquía de la Iglesia, para
sanar este escándalo. Con efectos positivos que
aquí y allá ya se pueden mensurar. En particular en
Estados Unidos, donde la incidencia del fenómeno entre el
clero católico ha disminuido netamente en los
últimos años. Pero allí donde, como en
Irlanda, la llaga está todavía abierta, siempre ha
sido Benedicto XVI quien impuso a la Iglesia de ese país
ponerse en estado penitencial, a lo largo de un severo camino
trazado por él en una carta pastoral del 19 de marzo
pasado que no tiene precedentes. De hecho, la campaña
internacional contra la pedofilia tiene hoy un único y
verdadero blanco: el Papa. Los casos descubiertos del pasado son
en cada momento los que se calcula pueden ser utilizados en
contra de él, tanto cuando era arzobispo de Munich, como
cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, más el apéndice de Ratisbona, durante los
años en que el hermano del Papa, Georg, dirigía el
coro de niños de la catedral.Los seis campos de
acusación contra Benedicto XVI, hasta aquí
mencionados, plantean una pregunta.¿Por qué este
Papa es atacado de este modo, desde afuera de la Iglesia pero
también desde adentro, a pesar de su evidente inocencia
respecto a las acusaciones? Un principio de respuesta es que
él es atacado sistemáticamente precisamente por lo
que hace, por lo que dice, por lo que es.

Traducción al español
José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina. ROMA, 7
de abril de 2010. Autor – Sandro Magíster.

18/04/2010. Europa Press.

Referencia: El Arzobispo de Madrid
compara los ataques al Papa con la persecución sufrida por
Pedro, y critica la violencia de estos ataques y pone de
manifiesto las virtudes que se necesitan para sobrellevar los
mismos.

Partes: 1, 2, 3
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter